sábado, 5 de diciembre de 2009

Primera Misa del Pbro. Ramón Alirio Santana

El próximo Martes 8 de este mes hermoso de Diciembre y día de la Santísima Virgen Inmaculada, el neo-presbítero Ramón Alirio Santana en compañía de su querida madre y de su pueblo natal de Santiago de Trujillo, celebrará su primera Misa Solemne y luego visitará en el trascurso de estos días a algunos caseríos de esas comunidades. Aquí traemos para ustedes la Homilía que pronunciará su padrino el Pbro Jesús Barrios, párroco de Santiago Apóstol de El Tigre del Estado Anzoátegui:


He aquí la Homilía:

HOMILIA EN PRIMERA MISA DEL NEOPRESBITERO
RAMÓN ALIRIO SANTANA
DE LA DIÓCESIS DE BARCELONA
EL 08 DE DICIEMBRE DEL 2009
EN LA PARROQUIA SANTIAGO APÓSTOL
DEL ESTADO TRUJILLO.

Excelentísimo Monseñor Ramón Aponte, Obispo de la Diócesis de Valle de la Pascua
Excelentísimo Monseñor José Trinidad Valera, Obispo de la Diócesis de la Guaira
Excelentísimo Monseñor Joaquín Morón, Obispo de la Diócesis de Calabozo
Estimados Presbíteros:
Pbro. Carlos Valecillos, Párroco de esta Comunidad de San Lázaro
Pbro. Rafael Salas, Párroco de La Quebrada
Pbro. Gildardo Villarreal, Párroco de Morón en Valera
Pbro. Rafael Peña, Párroco de San Luis en Valera
Pbro. Miguel___________, Párroco de San Lázaro
Pbro. Gerardo Quintero, Párroco de ______________________
Pbro. Enrrique Castro, Párroco de San Mateo en la Diócesis de Barcelona
Pbro. Luis Mota, párroco de Valle Guanape en Anzoátegui

Neosacerdotes: Pbro. Eduardo Cedeño, Pbro. Luis Rebanales, Pbro. Alejandro Hernández, Pbeo. Amilcar Araujo.
Señor Alcalde del Municipio Urdaneta y su Señora Esposa y demás Autoridades
Banda Municipal de La Quebrada
Señora Madre, hermanos y hermanas del Pbro. Ramón Alirio Santana


Queridos hermanos todos de esta Comunidad de Santiago y visitantes de otras parroquias y de otras diócesis:
Una tradición en la Iglesia, en la primera Misa de un neosacerdote, es ofrecer la palabra en la homilía a otro sacerdote. Agradezco el honor que me ha hecho Ramón Alirio y con el permiso del Sr Cura Párroco Carlos Valecillos intentaré guiar una reflexión para que todos tomemos conciencia y valoremos el gran don del sacerdocio en Ramón Alirio. Regalo de Dios para Santiago y para la Iglesia. Por otra parte la Solemnidad que celebramos hoy de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora la Virgen Santísima, nos inspiran también para reflexionar sobre el llamado de Dios a la humanidad a alcanzar la perfección perdida por la desobediencia como nos lo narra el Génesis en las lecturas de hoy. Y para ayudar al hombre a salir de esa miseria, consecuencia del pecado, Dios en su infinito amor, quiere hacerlo por medio de su Iglesia en el sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía y por eso llama a hombres de entre los hombres para que profundizando sobre los misterios de salvación y formados en los seminarios, sean después reconciliadores, sanadores, santificadores de todos los que se sientan con hambre de Dios y con deseos de salvarse. Quiso Dios entonces llamar de entre los hombres de esta comunidad de Santiago a Ramón Alirio para ese servicio. No obstante, no es fácil discernir la voluntad de Dios, porque Dios no viene y se nos aparece y nos dice: Mira yo quiero que tú seas sacerdote, religioso o religiosa, no. Pero sí se vale de personas, así como en el Antiguo Testamento se valió de los Profetas, y al mismo tiempo, se vale también de acontecimientos. Para llamar a Ramón Alirio, se valió de la formación que fue recibiendo en su hogar bajo la tutela de su abuelita María Josefina Santana, más tarde del padre Rafael Ríos Jacobo y del padre Fausto Gori. De esta forma, Dios va tejiendo en el corazón de Ramón lo que todos llamamos “tiene vocación”. Y hay que destacar también que Dios llama, pero respeta la libertad del hombre, no nos obliga y nosotros podemos responderle con un sí o con un no. Ramón Alirio respondió con un sí. Ahora bien, no basta responder afirmativamente, hay que acompañar la afirmación con la acción, la que se va dando con el vivir de cada día y ese vivir de cada día es el que va haciendo el discernimiento y va madurando la respuesta decisiva. Ramón Alirio fue madurando su respuesta en esos acontecimientos diarios desde el trabajo como monaguillo, sacristán, catequista, cursillista, legionario, además del trabajo religioso-cultural en el teatro en la Parroquia de San Lázaro con el apoyo del padre Gildardo Villarreal y los jóvenes, trabajo físico como la construcción de tapiales con su tío, también la agricultura y demás. Pero sabemos nosotros que los caminos de Dios no están exentos de dificultades y contrariedades, malos entendidos, difamaciones y en el camino también podemos encontrarnos personas malintencionadas o envidiosas que pueden poner a prueba nuestra fe y nuestra fidelidad a Dios, a la vocación y a la Iglesia. No estuvo ajeno Ramón Alirio a estas contrariedades y con la gracia de Dios, pudo superar todo esto y aquí lo tenemos “sacerdote para siempre” como dice la Escritura.

Hablar del sacerdote es tan difícil como hablar de un misterio. El sacerdote es diferente, no es un funcionario más. Fascina, atrae, o al menos impone respeto.

¿No es, pues, una gracia maravillosa la de este pueblo de Santiago al recibir hoy en Ramón Alirio este don de Dios para la Iglesia, un sacerdote?
El sacerdote, rama y retoño del tronco de Cristo. Una metáfora del sacerdote. El sacerdote es como un árbol. Amigo de los niños, alegría de ellos cuando se hamacan en sus ramas, su seguridad o protección si lo trepan para sentirse más grandes o se esconden detrás de su tronco. En las ramas del árbol se simbolizan los brazos del sacerdote, capaces de tanto querer. Sus raíces se hunden en el suelo porque es un hombre hermano de los hombres. Su altura se pierde en el cielo porque en todo sacerdote, por más débil e imperfecto, está presente el mismo Dios.
El sacerdote es como el árbol que sufre otoños e inviernos. Es hombre, también sufre. Callado como el árbol. Está preparado para ello. Debe ser fuerte como María. Sufre podas que lo ayudan a crecer. Debe ser ejemplo y apoyo, fuerza en la que se apoye la comunidad. Pero el sacerdote, también como el árbol, sabe de florecer de primaveras y de frutos del verano. Siempre florece y da fruto. Incansablemente. Porque la fecundidad no es propia, es divina. Es como el retoño que rebrota aun del tronco viejo y sufrido. El sacerdote es como el árbol, siempre dispuesto a dar y dar frutos aunque sabe que cada año vienen otros y se sirven de los frutos que recogen en la cosecha. El sacerdote es feliz dando y dándose, agotándose. Es feliz cuando sus frutos son buenos, maduros, sabrosos, alimentan, agradan y hacen bien.
¡Qué metáfora la del árbol! Sombra fresca para refugiarse en el verano. El sacerdote es sonmbra protectora y fresca que renueva y oxigena el aire. Como los árboles protegen las casas en el campo, ¿qué sería de un pueblo, de una ciudad, de una comunidad sin sacerdote?
El sacerdote, anclado en la tierra como el árbol, resiste firme los fuertes vientos y aunque parece crujir porque es hombre, ahí está de pie, fuerte, como emblema para la comunidad, como estandarte. Los sacerdotes mueren de pie, como los árboles.
El sacerdote es, como el árbol en el campo, punto de referencia para no perderse en el camino. El sacerdote marca e identifica la vida de una comunidad. Sus sacerdotes son su historia, su biografía.
El sacerdote es como el árbol, capaz de darse totalmente para ser cortado y convertirse en casa, mueble, banco o herramienta, leña cálida, fuego y energía para el trabajo. Es amigo de los hombres. Es don para los hombres. Y de la raíz, y del tronco vuelve a brotar un retoño para seguir dándose. Y el árbol, y el sacerdote son felices dándose.
Como se defiende y cuidan los árboles debemos defender, amar y cuidar nuestros sacerdotes. La ecología sobrenatural se resiente sin sacerdotes árboles. El árbol nos recuerda que el sacerdote habla con Dios y enseña a los hombres a orar, a hablar a Dios.

Por eso. todos estos acontecimientos que estamos viviendo como Iglesia en este día de la Inmaculada, nos animan con el ejemplo que tenemos en la Santísima Virgen, que al ser visitada por el angel Gabriel, para anunciarle que “el Señor está contigo”, “ha hallado gracia ante Dios”, “vas a concebir y darás a luz un hijo que será grande, Hijo del Altísimo”, y aunque se sintió asombrada pero sabiendo que era de Dios, no vaciló en decir: “Yo soy la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y esto nos lleva a afirmar que la vocación es un misterio y que ni uno mismo se explica por qué Dios se fija en nosotros. ¿Cuántas veces Ramón Alirio se preguntaría “por qué a mí”?. A lo mejor en su trayectoria vocacional vio quedarse a muchos que al parecer tenían más cualidades que él. Quizás también fue asaltado por las dudas o el temor a no ser capaz de asumir este compromiso. Sin embargo, con valentía decidió caminar en los ocho años de preparación en el seminario hasta llegar a los pies del Obispo para recibir el sacramento del Orden y desde ese momento quedó convertido en otro Cristo para santificar a aquellos que le sean encomendados. Y es por eso que estamos aquí, para acompañarle y animarle, todos sus hermanos sacerdotes y todos los que en esta comunidad lo vieron crecer y madurar como persona y como cristiano. Por eso podemos decir con San Pablo: “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en él con toda clase de bienes espirituales y celestiales”. Es por pura bendición de Dios que todo esto nos acontece y en esto Dios nos manifiesta lo que nos ama. “Para esto estábamos destinados, por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que fuéramos una alabanza contínua de su gloria, nosotros, los que ya antes esperábamos en Cristo”. Y con el salmista “cantamos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas” y a nuestros ojos están manifiestas esas maravillas, porque “una vez más ha demostrado Dios su amor y su lealtad hacia esta comunidad”. “Santiago entero ha contemplado la victoria de nuestro Dios” y por eso que “todos aclamemos con júbilo al Señor”.

Quiera Dios que esta celebración sea motivo de inquietud en aquellos que sienten en su corazón el llamado de Cristo, bien sea a la vida consagrada o a asumir su compromiso cristiano de forma seria. Que las tentaciones del mundo materialista que nos envuelven no nos aparten de la fe ni nos amilanen, sino que por el contrario, nos animen a tomar conciencia de la necesidad de ser sal y luz del mundo. Que se despierte en nosotros el amor al prójimo sin importar los colores o ideologías, sino que veamos en el otro a nuestro hermano, porque todos somos hijos de un mismo Padre que es Dios y todos estamos destinados a su Reino. Que se aleje de nosotros el egoísmo y nos sintamos verdaderamente iglesia de Dios, comunidad de Dios, pueblo de Dios y que no nos encerremos en el indiferentismo o en el individualismo despreciándonos unos a otros. Que no seamos víctimas de los vicios como el alcohol, las drogas, y otros que lo que hacen es destruir nuestra personalidad, nuestra familia y nuestra sociedad. Que no nos alejemos de la iglesia por caprichos, por ideas, por acontecimientos que a veces no tienen importancia y que a veces son causa de haber puesto la fe en una persona y no en Cristo. En fin, que este acontecimiento de hoy sea un reavivamiento de nuestra vida cristiana, un llamado a amar más a la Iglesia de Dios que somos nosotros mismos y al mismo tiempo sea un motivo para reimpulsar la evangelización en todos los rincones de nuestras comunidades en este tiempo de Misión Continental Permanente.

Queda pues en sus manos el ministerio sacerdotal de Ramón Alirio Santana, para que en sus oraciones lo tengan presente y en él a todos nosotros sacerdotes. Oramos para que la comunidad que le encomiende el señor Obispo de la Diócesis de Barcelona, le apoye y le acompañe en esa tarea de santificar, orientar y guiar. Que la gracia del Espíritu Santo lo ilumine cada día para que sepa discernir el plan de Dios para su pueblo. Que el padre Ramón Alirio Santana sea un sacerdote sabio e inteligente, consejero y temoroso de Dios: que no juzgue según las apariencias ni por lo que oye decir, sino con justicia y rectitud a los débiles y a los pobres y los defienda de los violentos y malvados. Que su cinturón sea la justicia y la fidelidad. Que como animandor en su parroquia instaure ese clima fraterno donde desaparecen los feroces y violentos y reina el amor y la paz. Que sea servidor de los demás, como Cristo. Que encarnarne los sentimientos de Cristo con un corazón amplio como el corazón de Cristo. Que con su ejemplo nos enseñe a ser hermanos. Que las experiencias vividas dentro de su comunidad de Santiago, San Lázaro y las del seminario “San Pablo Apóstol” de Maturín, La Coromoto en Puerto la Cruz, Sabana de Uchire y Fátima, sean base para que ejerza su ministerio para la gloria de Nuestro Señor Jesucristo. Y que bajo el manto de la Santísima Virgen Inmaculada, se sienta protegido por ella para la cual es hijo predilecto. Así sea.

Pbro. Jesús del C. Barrios Viloria

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